lunes, 30 de agosto de 2010

YO

YO

Cada época elige ciertas posibilidades estéticas para que estas sean miradas con ojo de vidrio; de esa manera se crea una mayor cohesión social en torno al grupo de dogmas artísticos validados socialmente. Así, se enfatiza la decisión del mercado sobre los artistas; se elige la obra compatible a los comitentes fidelizados a través, justamente, de esos dogmas artísticos. Y aparece, a fin de cuentas, un círculo vicioso, tremendamente práctico que afecta el desarrollo de la cultura.
He aquí las claves para mirar mi obra sin ojo de vidrio:


Otros rechazan el oficio;
Mis manos hacen mundos

Otros abstraen;
Yo cuento historias

Otros quieren ser contemporáneos;
Prefiero ser eterno

Otros hacen crítica;
Yo sublimo

Otros rechazan la tradición;
Me encanta ser heredero

Otros adoran a Duchamp;
Yo a Rubén Darío

Otros hacen obra para dar de qué hablar;
Mi espectador suele balbucear

Otros prefieren el arte experimental;
Ser muy profesional es más gozoso

Otros ponen figuras en sus cuadros;
Yo las hago nacer

Otros adoran el expresionismo;
Elijo el delicado silencio de Vásquez Ceballos.

Otros quieren estar a la vanguardia;
Los generales no somos carne de cañón.

Otros evitan a la figura humana;
La pintura de historia es el arte mayor.

Otros desean el aquí y el ahora;
El arte es demasiado importante como para ocuparse de la coyuntura.

Otros se esfuerzan por ser fieles a la realidad;
A mí me encanta que la pintura sepa a pintura y no a foto.

Otros transcriben fotografías;
Yo estudio el cuadro y lo compongo.

Otros pintan colores;
Yo atrapo la luz

Otros, al pintar, hablan al ojo y al prejuicio;
Yo, al pintar, hablo al ojo, al tacto, y al alma

Otros geometrizan y simplifican sus formas para ser más “pictóricos”;
Yo complico mis formas y ellas me dan todas las soluciones

Otros adoran al arte joven;
Prefiero el arte maduro

Otros son Demóstenes de sus obras
Contrapongo a ello el discurso visual

Otros prefieren el minimalismo;
Yo, al barroco

Otros quieren decir a través de su obra;
Yo dejo que ella me hable.

Otros quieren ser inteligentes;
Yo soy la conclusión

lunes, 23 de agosto de 2010

De Generación Impía

PRIMERA JORNADA
Al Excelentísimo
Don Nicolás Gómez Dávila

Señor

Sólo Vuesa Augusta Majestad ha sabido calmar la sed sin enturbiar el manantial, más bien que le habéis dulcificado y honrado y lo enaltecéis más aun ofreciendo, generosa e inmerecidamente, sabiduría que sólo pudo ser conquistada por el heroico esfuerzo y lucidez del que habéis hecho insuperable gala.

Avergonzado he de pediros el tesoro, que dados vuesos gruesos caudales es para vos simple limosna, y heme permitido tomar tres gotas del océano opulento en el cual ejercéis señorío sin par.

Las letras que aquí aparecen tienen por destino agradeceros mucho del ingenio del que sólo soy instrumento que apenas he tenido en mi haber completar industriosa labor de la que vos, que sois titán, habéis heredado a los comunes.

Sea pues esta epístola aliento para los pintores y bendición para los ojos diestros que han de revelar la pléyade oculta bajo la realidad.

Y aspirando a ser digno del destino que Vuecelencia ha marcado, híncome ante vuestra voluntad.

Despídese de Su Majestad, el humilde que esto escribe




DE GENERACIÓN IMPÍA




Malhaya la hora en que las traidoras musas, que a tan pocos visitan en las muy bufas academias de las artes de la impostura, dejaron caer en el ingenio del mecenas, que en el instante gobierna las riendas del desbocado intelecto, la más que odiosa tarea de realizar muy picarilla labor que ha de revolver pareceres tan muy en contra mía que más prefiriera ser San Jorge en caldera de plomo hirviendo que mi mismo; que de tan grueso enjambre de enemigos contando a León Isáurigo, Satanás, Lutero y su cohorte, téngome por el más bellaco, engañador, antagonista y opositor de todo cuanto me propusiere; y para sanar la pus de tantas llagas que han de salpicar, castíguesenos con la sal de otro pergamino en que podamos ser precipitados por nos cada uno al orco de la infamia y la autoflagelación, que, de tanto dolor, menos espero bofetadas que zumos de manzanilla para apaciguar las angustias con que Saturno me apresa, pues tanto tengo a mi generación por enemiga que bástame mirarles para saberme vengado; que no hay más verdad que si hoy me tienen por resentido, una vez graduados de estropeadores de galerías e insultadores de ojos tendrán aun mayor ardor en el alma luego de que sientan que, de tanta orfandad de pincel y ayuno de lectura, el cielo castiga con la tristeza y amargura a que obliga la razón, eso sin contar las muchas bandejas en que el pan ha de ser anual turista pobre y las mantas no más que de piel del mesmo graduado.

Pluguiera solicitar al Todopoderoso que de ser algún maestro angélica aparición, sea celestial criatura que, obediente de los caprichos del Altísimo, asuma más por gracejos, que no por ofensa, todo lo que desto se leyere; que pongo mis ojos por testigos de que hoy no asistimos al fracaso del arte moderno sino al fracaso de su éxito y, si aun así oblígaseme a escribir sobre quienes tienen por laurel la frustración y por gloria la fatuidad, venga la pluma, palanca de Arquímedes, a la afrentosa tarea de volcar palabras sobre todo aquello que a mi generación se refiere.

Que si mis letras no hieren al punto de ser impulso hacia la tortura y homicidio deste mortal, téngase mi texto por oración redentora, que tanta calumnia sólo tiene por padre al hecho y es él inspiración que, con áspero aleteo, hame llevado por el nimbo doloroso bajo el cual pacen hoy, bajo alcahuete abrigo paterno, todos estos enumeradores de inspiraciones, tan poco conformes que de tanto inconformismo acatan con docilidad sorprendente cuanta moda inconformista se les mente y que de tanta y tan profunda exploración sólo les queda la barba teñida de explorador y el tiquete que compraron simultáneamente al mismo suburbio; siendo invitados por el lúbrico matrimonio entre la necedad y la confianza en sus mayores de arrugas; pues fiados de corruptela de canas andan todos muy contemporáneos como si el afán de contemporaneidad no fuera ancla que fija al hombre mediocre a su tiempo y merecida recompensa al nulo esfuerzo, y muévense a facer obra personalísima como si el arte fuera cosa de tan poco interés que hubiera tiempo de mirarse uno mismo en su poca importancia descuidando los muchos tesoros que engalanan el oficio.

Y, colonizados vergonzantes hácense todos muy metafísicos, reginos y filosofastros y se ungen en orgullo infundado por dejar podrir en el cogote multitud de bibliotecas actualísimas que, en lo mejor, repiten lo ya dicho y en lo profundo, por no tener seso que las digiera, confunden las verdades viejas en chapucería mercachifle para decoración intelectualizada, y apabullan al ingenuo con pergaminos de ilustrados que, de ver sus obras y admiraciones, el probo carcajea increpando que tan buena labia merecería mejor ejecución.


Que aunque demostrar la virtud de lo que es superior en las artes no es imprescindible, sí hay tal obligación en demostrar la bajeza de lo inferior cuando los términos básicos se ignoran y confunden por acomodarse a falsas doctrinas acogidas por el aplauso moderno de rabiosos jumentos que aparecen en el proscenio de las artes sin fértiles jornadas de oficio, abandónicos de erudición y desérticos de sapiencia, con todo lo cual convencen al necio de regodearse en su necedad por no tomar las artes en su sentido más natural y obvio y por buscar falsas encrucijadas, trastiendas y mampuestos para pretender belleza en la fealdad, fealdad en la belleza y gran doctrina en la anfibología y el balbuceo.

Y que el Leviatán no olvide a los donosos borricos que, a sus espaldas, traen orinales por mesías quemándoles incienso y sacrificando infantes, que no tengan más honra ni de gatos ni de liebres sino que se les expulse del templo, se les maldiga y se les siente en abismal banquete y que, clavada a una madera, devoren su lengua que de tan insoportable gusto venga a sus pescuezos el vómito e, insatisfechos por el hambre, deban volver a apresar sus ortodoxias entre dientes cariados de admirados mequetrefes y mueran creyendo que semejan a Kant y Aristóteles por reflexionar de artes con prefijos entre paréntesis en cada palabra de su bobería.

Que quien ofrezca sus arcas para imponer un Duchamp logre su infausto cometido y demuestre que el populacho alegre desdeña al hombre de letras y aplaude al de letrinas; y que allí, el malgastador nade creyéndose sirena y que cante y seduzca otros mojones para que encayen blandamente en monte carmelo, que de apreciarles tan abundantes y unidos en su doctrina, el justo baje el agua con lo que estos entendidos lograren su muy anhelada profundidad.

Siendo cual gotas de la mar quienes por estas tierras padecen del contagiosísimo mal de la adolescencia prolongada y siendo tan ineficientes los pocos inmunes, téngase por cura apocalíptica el que alguno se haga Herodes destos púberes y, sin temer santidad o inocencia de sus víctimas, tenga el buen fundamento de premiar el mundo apuntando justicieros cañones contra los sarpullidos de la mocedad para poner a disposición de la providencia todas estas ánimas atormentadas en vida y que, sin olvidar ofensa y vejamen, sean todas precipitadas al fuego eterno y que, si no cabiendo más ánima de artista en el averno y el purgatorio, negóciese con Satanás la creación de nuevos orcos especializados en tormentos específicos para inspirados y sensibles.

Y que hasta el común vea lo cierto de encumbrados gigantes al revés, de valor más bien apócrifo que cierto, questos ansí se pavonean cual barraganas mintiendo que a donceles y mozas han de adiestralles cuando mejor gozan con decorarles, bajo el peinado, rellenándoles la lobotomía con muy posmoderna jerigonza; y, acabada la jornada, exigen tesoros por tal labor puesto no pierden ocasión para engarzar doblones y maravedíes. Que se los den de ánima y no de oro como espectral es su talento, oficio y sabiduría. Questos extraviadores cacen líchigo no en florecientes universidades sino que cultiven su doctrina sola, engullan sus espejismos, liben su arena y degusten su ceniza.

Chillad, oh furias, contra la horda de lechuguinos que ni resultan Ápeles ni Praxíteles, sino que hacen seria chacota de untadores o ceramistas y fingen momificados y fofos donaires y gracejos de temerosos embajadores de república pobre. Que ya no les adoren ni por nadines ni por beatrices sino que les apaleen por lo mesmo; que machacar un truco ni es broma ni es maestría, pues bien afirma el culto que en tanta bobería hay repente y no genio, pues muy poco artista es quien antepone la lengua y la explicación, al ojo y la evidencia. Sembradles plomo en las comisuras, demonio, para que se derribe la jocundia destos bufones de la medianía que han proscrito su sonrisa por no carcajear de quienes les tributan. Que rían entonces sus tributadores y les nieguen los áureos donativos que tanto ansían; y murmure, en voz alta, la verdad que bajo cierto humor refinado, engorda en calma el limosnero.

Que siendo más culpa, conveniencia e ignorancia que enfermedad, necesidad o convicción, sean entregados al potro los muchos trascendentales que no pueden ver un cuadro a la antigua sino con ojo de vidrio y que prefieren engolosinarse con sus fáciles epítetos a estudiar para ser dignos de gustar las sutiles viandas brindadas por los virtuosos Vásquez, Acevedo y Garay. Que ante las obras destos maestros sólo puedan balbucear osadas modernidades y que sean aplaudidos por el vulgo incauto, y que conserven su ojo de vidrio al punto que queden pasmados por cualesquiera sillería pegada en la pared o ante primermundista grieta en el piso; que, como Goyeneche borracho, divaguen, a tontas y locas, destas simplezas y que se sientan intelectuales e internacionales; y que, de Chardín no entiendan más allá de que era pintor de bodegones; y questos pueblerinos nunca jamás sepan que tan provincia es el tiempo como la tierra. Que justo es señalar, como el santo patrono destas páginas, que los reaccionarios procuramos a los bobos la posibilidad de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia.

Y que caigan en avernal caldera los cómodos artistas de denuncia que parasitan del sufrimiento ajeno de quienes desprecian y prefieren el coctel al monte y sean aplaudidos al lado de abstractos y populistas pues fama, victoria y posteridad ya les han alcanzado al lado del comerciante de muebles. Que su aquí y ahora es más soltura en lienzo y mojón de mano y por ello, muy suya necesidad imperiosa. Que, bien ríe el sabio desto, que si el arte fuera cosa baladí, hasta del mundo se ocuparía.

Castíguense pues estos impíos en orden de crueldad estética, haciendo que quienes en vida afirmaron que los talleres de arte experimental eran columna vertebral de las disciplinas de la estética, sufran, entre el azufre y la remembranza, el azote de conocer que mero taller de creatividad no es profesión sino pasatiempo y que padezcan el duro revés de nunca más ignorar que la dichosa columna era partida y que como partida no podía engendrar sino minusvalía e invalidez, dejando el ministerio de madres y parteras destos gustos noveles a tantos jumentos y doctores a oscuras que más repartieron coces que docta guía y que, de tantos rebuznos, los muchos emulan y los más afortunados ensordecen de tal suerte que sus oídos no son ya visitados por la necedad, por lo que fácilmente arrepiéntense y alcanzan la bienaventuranza, en tanto que sus contrarios neciamente les increpan despreciando la buena lid del oficio artístico, con lo que pavimentan infernal gruta hacia sus mesmas y burdas limitaciones. Questos pretenciosos, por su nulo amor al arte de la pintura y la escultura, alénjase de la doctrina y dejan de semejarse a los nobles hijos del Concilio de Trento para verse más fácilmente como luteranos y moros por lo cual estos malagradecidos mas nunca merecieran ver obras de la cristiandad, con lo que parecieran estetas del disparate y adoradores de breves nubecillas que el céfiro disipa.

Que a quienes en vida idolatraron como becerro de oro ciertas artes anfibológicas y de balbuceo, tenidas por conceptuales, les den por mujer un Warhol de látex para que aprendan lo que admiran y a quienes, acostumbrados a estragar el gusto ajeno con exposiciones de contemporaneidades, oblígueseles a padecer sus gustos para que sean ellos mismos pena en alma, que no almas en pena y sea fuerza que deban vagar sin descanso, sin derecho a cubrirse los ojos y con los párpados cortados, por infinito laberinto de bienales de Venecia y Sao Paulo, y que lleven a sus espaldas el demoníaco flagelo de facer ellos mismos obra y curaduría con lo que no tengan Belcebú para acusar; de modo que tan atroz tormento sea escarmiento y advertencia para los Savonarolas de hoy y para los Isáurigos que anuncia la aurora, con todo lo cual finalizo el párrafo y la sentencia.

POST SCRIPTUM
Necio sería dejar librar tanta audacia sin advertencia que me condene, si peco en traición a estas palabras, a padecer reumas en las manos, muerte cerebral y cataratas en los ojos con lo que me viera obligado a ser de la partida en coros ajenos y víctima destos vilipendios.
Sea así acorde a los designios de quien harto de su desgracia regocíjase en la de otros

Sella este escrito
Cayo Septimio Severo
Escudero de la Orden de San Lucas
Evangelista y Pintor