domingo, 1 de junio de 2008

EL DEBER DE LA CRÍTICA

Por : Gustavo Rico Navarro


La crítica de arte debe, simplemente, explicar al creador y al espectador que la artisticidad de una obra radica en la comunión entre los elementos que constituyen la forma y el concepto.

Es decir, la elección de los elementos formales debe nacer como necesidad del contenido y, a la vez el concepto no debe surgir de la impostura del observador “intelectualizado” sino aparecer como consecuencia de un planteamiento formal; pues nada hay más triste que una obra cuyo “efecto” depende del estado de ánimo de un público “sensible”.

No basta, en consecuencia, con estar a la moda ultraartística para ser un buen creador (aunque así lo creen muchos de los asalariados de las facultades de arte) ni tampoco basta con no estar a la moda.

Es ineficiente, así mismo, denunciar la realidad punzante para que el artista pueda venderse mejor a sí mismo en alguno de los salones de “iniciados en los secretos nigromantes de la posmodernidad” ni tampoco basta con encerrarse en la torre de marfil.

No es suficiente con mirar con xenofobia de adolescente el arte del pasado, ni con el recelo hacia la exploración artística.

Si un crítico influyente es una aberración producida por el analfabetismo estético de una sociedad, es necesario que quienes enjuician la plástica abandonen su impostura papal y canonizadora, que rehúsen utilizar el lenguaje cifrado de metáforas cantinflescas para ciertos “entendidos” y que vuelvan junto a los espectadores a la humilde posición de comensales de los banquetes de la belleza.

Basta al medio cultural con restar la influencia de los críticos e incrementar la de las obras de arte para presenciar un florecimiento estético.

La plenitud de la cultura visual se logra, sencillamente, mostrando que la relación justa entre forma y contenido es la brújula que guía un sincero sentido estético.

La máxima para el estudioso del arte ha de ser:
El oficio como la búsqueda de una idea y el estilo como un fenómeno de contenido.
El arte como necesidad del creador y lo creado como necesidad del espectador

El mismo planteamiento debe guiar a los espectadores quienes pueden elegir con toda certeza estética la obra de sus preferencias, independizados de tanta superchería avantgarde y de tan conformes mandarínes de la crítica.

- El arte como necesidad del creador y lo creado como necesidad del espectador-

(2005)

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